Tuesday, February 27, 2007

Valéry y el entusiasmo por la forma.



Acompañando a los poemas que conforman El Cementerio Marino se suele agregar, con justo tino, un breve ensayo de Paul Valéry respecto a lo que significa para él el oficio de la poesía. La certeza y claridad de sus palabras contrasta con la oscura urdiembre de los poemas de la obra, editada por primera vez en 1920, luego de veinte años de silencio editorial del autor. Motivado por la extrañísima sensación de presenciar, ex cathedra, la explicación de El Cementerio Marino dictada por el crítico Gustave Cohen a sus alumnos de la Sorbona, Valéry se refiere con afecto a su labor poética y valoriza con fuerza la ética de la forma que guió todo su trabajo.

“ La literatura no me interesa, pues, profundamente, sino en la medida en que ejercita el espíritu en ciertas transformaciones: aquellas en que las propiedades excitantes del lenguaje juegan un papel decisivo”.

Valéry se da cuenta de la bella ecuación que es el trabajo del poeta, que, en tanto artesano, doblega el lenguaje hasta darle una nueva potencia de forma y sentido.

Respecto de la diatriba entre poesía y prosa escribe:

“La poesía se distingue de la prosa en que no tiene ni las trabas ni las licencias de esta. La esencia de la prosa es perecer, es decir, ser comprendida, o lo que es igual, ser disuelta, destruida sin remedio, enteramente remplazada por la imagen o por le impulso que significa según las convenciones del lenguaje (…) pero la poesía exige o sugiere un universo muy distinto: universo de relaciones recíprocas, análogo al universo de los sonidos, en el que nace y se mueve el pensamiento musical. En este universo poético, la resonancia puede más que la causalidad, y la forma, lejos de desvanecerse en su efecto, viene a ser como reexigida por éste. La idea reivindica su voz”.

El Cementerio Marino aparece en contraposición a la poesía de gran calidad y de evidentes vinculaciones con la prosa creada en el mismo periodo por Elliot y Pound. Y es, como lo deseaba el autor, una composición intuitiva y sonora de extraordinaria belleza. Los poemas, así como el texto explicatorio que le precede, sirven para matizar la, a mi juicio, desalentadora predilección de los poetas jóvenes chilenos por un lenguaje poético mimetizado y mutilado por la prosa.