Tuesday, November 06, 2007







Cinco Comarcas












Abdomen de pez








Aquello rasgando desde la palma

el pulgar atorado al vértice y el surco

que corta el henchido tallo. Principio.

Trozo de agua. Pulpa. Raíz abultada del tacto.













Joven Mercader







A la medialuna mordida por la piel

el circulo convexo y los acantilados. Rodean.

el manto transparente donde el agua

va y regresa a la luminosa caverna.

La sangre nace y tiembla bajo el domo.

Vestigio donde habita la serpiente.

Primero la carne. Primero la carne.















Mar de la sangre







Extenuada. Caliente.

Al amparo del granito y la arteria

que inunda el enorme páramo.

Tendón. Astilla. Partícula de partículas.

Fuego, tizón, roca que marcha. Escalda aquella

brasa sanguínea que abomino.















Reunión de antepasados







El cardo erguido en el cruce

de la magnífica contienda

sobrevive el nudo de la vertiente.

Barrena el fuego. Restablece.



















Curva del estanque.







El fango invisible, luego

de la curva que explora

el cartílago y el vientre

allí, donde el agua escarba,

un trozo de espacio que no existe.

La huida precede el sueño del pescador.


















Montañas Kuen Loun







Al final de la depresión

se levanta el observatorio

el iris del hueso, vigilando

el guijarro que cercano

evita el lugar donde

la nieve lo ha cubierto todo.

















Puerta del mutismo.







Vuelve la tierra a la comisura

hacia el silencio y la quijada.

El afán de la lengua. Su lanza.



















Palacio celeste







El agua que tributa

en las escalas del palacio

un carnero para el sacrificio.

Entre la cuenca y el abismo.

La meseta del buey. Su fuerza.

La mandíbula allí. Lentamente.

Tritura la hierba que crece en el estanque.
















Vaso celeste







Viene y va, desde el centro. Cercando

el campo quemado y el olivo

oscuro donde cuelga la colmena.



















Cinco comarcas







Descuelga el nudo hacia el triángulo

de la iracunda colina.

Trepa. Hincha. Retrocede

hacia el desfiladero y huyendo

el destello de la caravana.




















Fuente burbujeante







El electrificado sendero eriza

la cuerda que tensa el caballo

desde la silenciosa hendidura.

Un sonido que recorre

El carcaj afilado del ave.































Valle iluminado







Se ramifica la piedra en el declive

del vigor descalzo del caminante.

En la altura donde el viento

posa una garra y duerme.



















Curso de Agua







Un rasguño que en la rompiente alcanza

el breve tambor blanco del joven nenúfar. Quieto.

En la orilla tranquila que precede al bosque.



















Calle de los alfareros







Inclinado. Terco el índice sobre la arcilla.

La estampida que dobla la gruta. Moldeando.

La colmena que arde. La ciénaga. El Enebro.





















Corona suntuosa







A la brecha que abre el fuego. Desciende.

El joven mamífero de colmillos.

Sobre el musgo y alerta

del estruendo de la gruta

que acoge al labriego.


















Refugio del viento







Anclado al espacio, cuelga de la raíz

un inmaterial sofoco, luz que escurre

desde el hueco y orada el estrépito

del silencio inmóvil del junco y el oso.

Una caverna tras el laberinto

donde las dagas se hunden

en el corazón del extenuado muchacho.



















Pantano joven







Cubre el limo, el vestigio

próximo a la piel azul de la salamandra.



Leve temblor de la carne y las ciruelas.




















Cuatro sacrilegios







En la víspera del breve trance

La grulla cruza el fuego. Arde.



















Máquina terrestre








Un óvalo que abraza

la intensa forma. Cercado.

Por la tierra y el mecanismo

la gruta donde precipita

el sonido que escampa

luego del continuo escarmiento

de la carne nueva sobre la tierra.
























Se inclina para llorar







Uno a la piedra y la monotonía

de la brasa del penitente

que la fe del surco conduce

hacia el altar y sus escombros.

Abre el relieve del agua

la vertiente azul que circunda

la colina del saltamontes.














Puerta del Oído









La ballesta que defiende el cerco

humea el campo, breve el fuego

que entrelaza el zumbido del diente.

Un manantial. El orificio de la semilla


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